Imagínate que estás tan tranquilamente por tu casa, estás encantada, encantado de la vida.
Tu casa es tu reino. Sus colores, la luz que entra por las cristaleras, las sombras de los árboles de la acera o del huerto de enfrente. Los amaneceres, las puestas de sol.
La música alaltolalleva del vecindario. El supersofá en el que te gusta repantingarte, leer, charlar con tus visitas…tantos momentos placenteros.
Amas tu casa. Es tu reino. Es tu reflejo.
De repente un día, no recuerdas muy bien cómo, ni de dónde, ni nada de nada…un superpedrusco impacta y rompe una de las cristaleras del salón.
Un cristal roto.
Un cristal roto y el impacto duro de esa rotura, de ese pedrusco que, de repente, entra en tu reino.
Invadiendo, violentamente, impunemente.
No sólo es la cristalera. Tu también sientes y encajas ese impacto. Te quedas ….¿encogida? ¿encogido? No lo entiendes. Y duele mucho, muchísimo.
El rasgante dolor de tu cristalera rota.
De repente, no recuerdas muy bien cómo, ni de dónde, ni nada de nada… decides tapiar la cristalera de arriba a abajo. De este modo, nunca, nunca, nunca, volverás a vivir y sentir ese topetazo.
Esa invasión, esa violencia , esa impotencia. Ese rasgar y crujir cristales internos.
Tapias tu salón, tapias tu reino. Está oscuro. Hay otro silencio vacío.
Algunas veces echas de menos ese reino encantado en que vivías, ese reino encantado que habías construido.
Tu reino, tu casa, tu hogar. TU
Y esas veces, te decides y coges el candil y entras en él. Alguna penumbra, alguna sombra. Algún recuerdo asustado. Vagos recuerdos impactados.
Y entras y entras. Esa añoranza que susurra y susurra, y te canta al oído.
De repente, no recuerdas muy bien cómo, ni de dónde, ni nada de nada…respigoso, profundo, potente llega ese saber.
Es hora de tirar las tapias, es hora de abrir ventanas, es hora de volver a sentir la brisa, el sol, la música.
Es hora de cambiar. Y tiras las tapias. Y cambias el cristal. Y ya no tienes miedo del pedrusco. Y cambiarás cada cristal que se rompa.
Has vuelto.
Y nada es más maravillosa que la paz de saberse nuevamente en casa.
Vamos….es hora de volver a casa.
Libres, fuertes y en paz.
Siempre la paz.
¿Sientes el susurro que te acuna al oído?
Vamos,
vamos.
Y como lideres damos un paso adelante y…
Detectando tapias , muros y demás familia.
¿Qué tapias te has creado para protegerte de los pedruscos?
¿Cuáles sabes que ya están listos para ser derrumbados?
¿Qué otros aún dan respigos vertiginosos y necesitan más luz del candil?
Mirate hacia dentro, conecta con tu reino, con tu brillo, con tu paz y con la presencia sólida que habita ahí. Recuérdalo. Siempre, siempre, siempre que quieras, esa paz está ahí. Aunque lluevan cañonazos. Y recordar esto, te ayudará a transitar por los momentos más demoledores. Vive en tu paz, dale espacio, hazla fuerte. Poco a poco, paso a paso.En ese lugar interior de calma. Ese es tu hogar, ese es tu reino.
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¡¡¡ TE ESPERO!!!
¡¡¡ES HORA DE LIMPIAR CRISTALES!!!!